Raffasofia
«Mi cita favorita dice: Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera.» - Raffaella Carrà.
Si los filósofos que a lo largo de la historia se han desvanado los sesos reflexionando sobre la felicidad hubiesen tenido televisión, habrían encontrado en Raffaella Carrà el eslabón perdido entre los seres humanos y la alegría de vivir. Espontánea, inclusiva, libre de juicios y prejuicios, la Carrà encendió los colores del arcoíris en unas pantallas que todavía eran en blanco y negro.
Manteniendo un hábil equilibrio entre la virtud y la inconsciencia —basta con escuchar la canción «Hay que venir al sur»—, Raffaella encarnó como nadie el valor de la mesura, que es uno de los pilares de la felicidad junto con el de compartir. Porque, como canta en «Navidades han llegado», «el secreto es que en la luz se esconden las miradas». Y aquí hasta Aristóteles aplaudiría. Y mucho antes de que las Cincuenta sombras de Grey despertaran los deseos más recónditos de las mujeres, Raffaella se deshizo de falsos pudores, porque «sin amantes, esta vida es infernal».
Lo cierto es que en cada uno de nosotros duerme una Carrà: una esfera de alegría y de ansia de libertad, de autoestima y respeto a las diferencias del mundo, con un don para relacionarse con los demás. Cuestiones, al fin y al cabo, que siguen siendo objeto de análisis de la filosofía. Y es precisamente esta autora, una filósofa pop, la que nos revela la fórmula secreta y nos explica cómo sacar a la luz a la Raffaella que habita en nosotros, y cómo encontrar, al ritmo de sus canciones, el camino hacia la felicità-tà-tà...